El Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció la imposición de un arancel del 17.09% a las importaciones de tomate procedentes de México, medida que responde a la acusación de dumping por parte de los productores estadounidenses, quienes sostienen que los mexicanos ofrecen precios inferiores que afectan el mercado local.

Desde 1996, el tomate ha sido un tema recurrente en las negociaciones comerciales entre ambos países, con acuerdos temporales para suspender aranceles y evitar un conflicto mayor. Sin embargo, con la actual administración de Donald Trump, estas políticas de consenso han sido cuestionadas y el reciente arancel demuestra un giro en la postura estadounidense.

Las autoridades mexicanas, a través de la presidenta Claudia Sheinbaum y la Secretaría de Economía, han rechazado la medida y la calificaron como “injusta”. Sheinbaum afirmó que, a pesar del arancel, el tomate mexicano seguirá siendo exportado a Estados Unidos, pues no tiene sustituto en ese mercado. Además, anunció planes para apoyar a los productores nacionales afectados.

Según la Secretaría de Economía, los productores mexicanos han mantenido negociaciones durante tres meses con sus contrapartes estadounidenses, presentando propuestas positivas que no fueron aceptadas por razones políticas, lo que evidencia una tensión comercial que también se traslada al ámbito político.

Este nuevo arancel podría encarecer el producto para los consumidores estadounidenses y afectar económicamente a los agricultores mexicanos, además de tensar las relaciones bilaterales entre ambos países, que ya enfrentan desafíos en otras áreas de cooperación.