Diversas ciudades francesas han comenzado a implementar toques de queda para niños y adolescentes, con el objetivo de contener una ola de violencia vinculada al narcotráfico, que el año pasado dejó al menos 110 muertos en el país. La más reciente en sumarse a esta medida es Nimes, en el sur de Francia, donde se ha decretado la restricción nocturna para menores de 16 años en seis barrios afectados por la criminalidad.

El toque de queda en Nimes entró en vigencia el 21 de julio y estará activo, al menos inicialmente, por 15 días entre las 21:00 y las 06:00 horas. Las autoridades locales justificaron esta medida como una forma de proteger a los menores de la exposición a la violencia y evitar su captación por redes delictivas. La ciudad ha sido escenario reciente de tiroteos y asesinatos, incluido el hallazgo del cuerpo calcinado de un joven de 19 años, lo que llevó al alcalde Jean-Paul Fournier a calificar la situación como “insostenible”.

Otras ciudades como Béziers, Limoges, Saint-Ouen y Trier-sur-Seine también han adoptado restricciones similares. En Béziers, gobernada por el alcalde Robert Ménard, los menores de 15 años no pueden circular por las calles durante la noche en varios barrios desde el año pasado. No obstante, los resultados han sido cuestionados tras nuevos enfrentamientos con jóvenes violentos. En Limoges, el alcalde reconoció que el toque de queda no ha sido efectivo y pidió mayor presencia policial.

Aunque algunos municipios aplican estas restricciones desde hace años, como Cagnes-sur-Mer, donde la medida está vigente desde hace dos décadas, la eficacia del toque de queda sigue siendo tema de debate. Algunos críticos consideran que las medidas por sí solas no bastan sin una respuesta integral que aborde la raíz social de la violencia juvenil.