La falta de gasolina especial —el combustible subvencionado por el Estado boliviano— ha comenzado a alterar seriamente el abastecimiento regular en estaciones de servicio de diferentes ciudades del país, obligando a miles de conductores a recurrir a la gasolina premium, cuyo precio es casi el doble.

En Santa Cruz de la Sierra, la situación se ha tornado crítica en varios surtidores. En zonas como el segundo anillo, entre las avenidas Paraguá y Canal Cotoca, la gasolina especial está completamente ausente. Desde las estaciones afectadas, se informó que solo se encuentra disponible gasolina premium, a Bs 6,74 el litro, frente a los Bs 3,74 del precio subvencionado. Muchos conductores, ante la imposibilidad de detener sus actividades laborales, optan por pagar el costo más elevado.

En Cochabamba, el panorama es similar. En la zona norte de la ciudad, las estaciones ofrecen únicamente gasolina premium. Una cadena televisiva local reportó que, si bien algunos usuarios pueden asumir el costo adicional para evitar interrupciones en su trabajo, otros se ven obligados a esperar o hacer largas filas ante la expectativa de una eventual reposición del combustible especial.

En la ciudad de La Paz, puntos como la avenida Busch, la calle Sucre y la Plaza Triangular presentan distintos niveles de escasez. En algunos lugares solo se ofrece gasolina premium, mientras que en otros directamente no hay ningún tipo de carburante disponible. Administradores de surtidores mencionaron que esperan la llegada del combustible subvencionado durante el día, aunque sin garantías firmes.

Hasta el momento, no se ha emitido un pronunciamiento oficial que explique de manera clara las causas de esta interrupción en el suministro de gasolina especial. Tampoco se ha confirmado si se trata de dificultades logísticas, problemas financieros o restricciones derivadas de la importación.

Cabe recordar que la gasolina especial en Bolivia es subvencionada por el Estado, lo que permite mantener su precio por debajo del mercado internacional. Sin embargo, esta política implica una alta carga fiscal y depende en gran medida de la capacidad estatal para importar hidrocarburos, en un contexto marcado por la escasez de divisas.

La actual situación de desabastecimiento se enmarca en una crisis sostenida de suministro de combustibles que afecta al país desde hace varios meses. Las importaciones de diésel y gasolina —claves para el abastecimiento interno— se han visto afectadas por las limitaciones financieras del Estado y los desafíos logísticos enfrentados por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).