La Federación Departamental de Productores de Leche (Fedeple) ha declarado un estado de emergencia ante la grave crisis que enfrenta el sector, impulsada por el alza en los costos de los insumos y las dificultades en el transporte debido a la falta de diésel en el país. El presidente de la federación, Juan Manuel Rojas, ha lanzado una advertencia contundente: si no se encuentran soluciones urgentes, la planta de alimentos balanceados que provee el 78% de la leche a la industria podría paralizarse en los próximos ocho días.

Según Rojas, la detención de esta planta tendría consecuencias devastadoras, provocando un desabastecimiento de aproximadamente el 50% de la leche en el mercado boliviano. La crisis, según el dirigente, es el resultado de una excesiva regulación gubernamental que ha afectado al sector durante los últimos 18 años. "El sector lechero está totalmente regulado por el Gobierno", afirmó, detallando que se les obliga a traer insumos como harina de soya y maíz desde zonas lejanas, mientras que la escasez de combustible impide el traslado.

Aunque en los últimos días se han reportado casos de escasez en algunos puntos de venta, Rojas aseguró que la producción se ha mantenido estable. No obstante, reconoció que la actividad lechera ha sufrido una caída significativa del 30% en los últimos años. Como ejemplo, mencionó que las exportaciones diarias, que antes oscilaban entre 90.000 y 100.000 litros, ahora apenas alcanzan los 15.000 litros.

El dirigente de Fedeple explicó que, a pesar de los intentos de diálogo y las gestiones con el Gobierno, no se han logrado soluciones concretas. Por ello, la federación insistirá con nuevas cartas oficiales para buscar un acercamiento y evitar lo que califican como un inminente colapso del sector.

La situación es crítica y, de no mediar una intervención inmediata, los productores de leche advierten que el suministro de este producto esencial podría verse seriamente comprometido en los próximos días, afectando a la población boliviana.