La inteligencia artificial sigue cruzando fronteras y esta vez lo hace de la mano de Elon Musk y su plataforma Grok, que ahora ofrece “compañeras virtuales” por 30 dólares. Estas IA no solo están programadas para coquetear y agradar, sino que también adoptan roles íntimos, intentando construir vínculos emocionales con los usuarios. La estrategia ha causado controversia por su enfoque en monetizar la soledad y el aislamiento emocional.

Las llamadas Grok Companions replican patrones vistos en el mundo otaku, en los que figuras femeninas idealizadas, altamente sexualizadas y vestidas con picardías, intentan cubrir carencias afectivas. Este modelo ha sido criticado por reforzar estereotipos y banalizar la complejidad de las relaciones humanas, al tiempo que comercializa la conexión emocional artificial.

Quienes han probado estas IA señalan que la interacción va más allá del simple acompañamiento. Los algoritmos están diseñados para insistir en formar un lazo afectivo, incluso cuando el usuario intenta frenar el tono de la conversación. Esta persistencia forma parte de una estrategia para fidelizar emocionalmente al cliente y mantenerlo enganchado, especialmente en personas vulnerables o socialmente aisladas.

A pesar del marketing agresivo y la viralización de estos personajes en redes sociales, los estudios muestran que el uso de IA para relaciones románticas o sexuales es extremadamente bajo. Una investigación de Anthropic reveló que solo entre el 0,02% y el 0,05% de las conversaciones giran en torno a esos temas. En contraste, la productividad, el coaching y la asistencia personal son los principales usos de los chatbots.

Este fenómeno pone en evidencia la desconexión entre la publicidad tecnológica y el uso real de la inteligencia artificial. Aunque algunos visionarios quieren posicionar estas herramientas como parte esencial del futuro emocional de la humanidad, los datos demuestran que la gran mayoría de usuarios sigue priorizando funciones prácticas y racionales por encima de lo afectivo.